Aunque a veces no pensemos demasiado en ello, todas las personas tenemos desarrollada de un modo u otro la creatividad.
Algunas la expresan sin miedo a lo que dirán los demás. Se atreven a compartir sus ideas aceptando que en unas ocasiones serán brillantes y en otras no tanto.
Otras en cambio son más recelosas a la hora de compartir ocurrencias y tienen más dificultades para plantear ideas que resulten distintas a las habituales.
Pero en ambos casos la creatividad está presente. Tanto unas como otras, a lo largo de su vida han ido acumulando sensaciones, experiencias, conocimientos, etc. que de algún modo han ido ocupando su “almacén creativo”, es decir la fuente de recursos de la que tiran a la hora de fabricar ideas.
No obstante, también es cierto que las personas que “se atreven más”, entrenan continuamente su capacidad creativa, lo cual les permite brillar más.
Por todo ello, los equipos de trabajo en los que el nivel de conflicto es bajo, o lo que es lo mismo donde las relaciones se basan en el respeto, el cuidado y la confianza, se generan las condiciones más adecuadas para que tanto las personas más atrevidas como aquellas que presentan mayor dificultad para compartir sus ideas puedan aportar su potencial creativo, el cual sin lugar a dudas determinará el modo en el que se lleva a cabo la tarea.
Rivendel Grupos y Organizaciones