Formar parte de un equipo de trabajo guarda muchas semejanzas con un baile de disfraces.
Para empezar, es imprescindible recibir una invitación formal que te dé acceso al mismo, la cual se suele obtener a través de un complicado proceso de selección.
Una vez que se ha conseguido dicha invitación, es importante tomar conciencia de que nuestra asistencia al baile genera una serie de expectativas en el resto de participantes, quienes esperan que acudamos llevando puesto un determinado tipo de disfraz. Algunas opciones pueden ser las siguientes: el traje de novato/a, de experto/a, de motor de cambio, de juez/a, de no generar problemas, de salvador/a, etc. Generalmente existe cierta flexibilidad por parte del grupo a la hora de permitir que elijamos uno u otro, pudiendo admitir por ejemplo que se acuda al baile con el traje de motor de cambio o con el de salvador/a, en definitiva se trata de vestimentas parecidas.
Conviene no acudir a la “fiesta” con un disfraz que no sea del agrado del resto de participantes, pues nos resultará muy complicado relacionarnos con ellos/as y es fácil que nadie nos quiera conceder ningún baile. Incluso pueden sentirlo como una amenaza y defenderse empujándonos con mayor o menor sutileza hacia la puerta de salida. Algo parecido suele suceder si llevamos el mismo disfraz que otro/a invitado/a.
También es cierto que conforme avance el baile nuestro disfraz irá experimentando ciertos cambios: algunos remaches se caerán, incorporaremos nuevos adornos, e incluso nos encontraremos con viejos retales que pertenecieron a otras personas. De este modo cuando la música deje de sonar nuestra indumentaria será distinta a la que llevábamos al inicio.
En definitiva, en el momento en el que formamos parte de un equipo de trabajo (y en general de cualquier grupo de personas), asumimos un rol que de alguna manera nos disfraza. Solemos emplear distintos disfraces en distintos grupos, es decir por ejemplo una persona en el ámbito laboral puede llevar puesto el de un/a colaborador/a muy eficaz, en un grupo de amigos/as el de liderazgo, en la familia el de hermano/a, etc. Y en todos estos casos es importante tener presente que el rol no solo lo definimos nosotros/as (también es importante escuchar cómo lo entienden las personas con las que interactuamos) y que dicho rol irá variando con el tiempo.
Rivendel Grupos y Organizaciones
17 comentarios
Me gusta mucho el ejemplo claro y sencillo del baile… Me resulta muy interesante la idea de entrar con un disfraz al que vamos añadiendo o quitando «detalles» y que hacen que al final de baile, sea distinto (y seguramente, más enriquecedor).
Gracias! En ese sentido suele resultare muy útil pensar de vez en cuando en los «disfraces» que llevamos puestos …
Un saludo
Hola, las relaciones en el trabajo reflejan como te relacionas en tu vida, y aunque te disfraces y actues de acuerdo a tu personaje en algún momento en el que bajes la guardia va a aparecer tu verdadero personaje.
Es como participar en una obra de teatro.
No me lo había planteado en ningún momento como este ejemplo, que una vez leído, te das cuenta de la cantidad de «disfraces» que podemos llevar, no sólo en un «baile», si no a lo largo de todo un día…
Yo también estoy de acuerdo con que el ejemplo es muy bueno. Si se quiere también podemos decir que adoptamos distintos personajes o interpretamos distintos personajes la misma persona según el entorno, la situación, nuestros interlocutores.
A menudo el «disfraz» que llevamos en un grupo no termina de encajar en otro y eso nos lleva a confeccionar tantos disfraces como grupos en los que interactuamos.
Hl
Perfecto ejemplo
Nuestro comportamiento en relaciones sociales varía según el contexto, es camaleonico
Buenos días,
Me ha parecido interesante y he reflexionado sobre los roles, y la metáfora o simil con los bailes de disfraces en los equipos de trabajo.
Sin duda cada uno asumimos uno.
Un slaudo
Hola,
Es cierto que vamos asumiendo disfraces. Y también que suelen variar de un grupo a otro …
Un saludo
La mayoría de las veces no podemos escoger el disfraz para el baile. Puede que nos hayan indicado llevar uno en concreto, que solo poseamos uno adecuado para el baile, que hayamos tenido que escoger entre unos pocos o limitados e incluso que no nos guste el que llevamos. En estos casos nos esforzaremos en trasformar nuestro disfraz. Si fuese al contrario, que nos guste ese disfraz, nos esforzaríamos en el trascurso del baile por cambiar lo mínimo posible. No siempre se puede escoger cuando formamos parte de un grupo de trabajo. En muchos la jerarquía juega un papel muy importante.
Es cierto que nos ponemos disfraces dependiendo de con quién nos vayamos a relacionar, pero lo es más que asumimos ciertas adornos de otros disfraces para entonar o no desentonar con el grupo. Esto puede ser adaptativo, pero el exceso puede que llegue a borrar no solo tu «personaje» sino a ti.
Me gusta mucho la metáfora.
Es muy interesante lo referido , efectivamente en el día a día asumimos «diferentes disfraces» que nos permiten representar diferentes roles según las situaciones, la vida es un poco un baile de disfraces .
Buenas tardes,
Muy buen ejemplo, no lo había pensado pero realmente es como una fiesta de disfraces sí, dependiendo del rol que representas en los distintos grupos que te mueves así será el comportamiento, o el disfraz siguiendo el ejemplo.
Hola,
Realmente, en el momento en el que ejercemos un rol, se renuncia a cierta individualidad. Esto vale también para roles de liderazgo, que también han de buscar cómo encajar en el grupo que dirigen. Un saludo
Hola, es muy interesante lo que planteas ¿Hasta dónde se debe de renunciar con tal de encajar en un grupo? Una posible respuesta es que hasta que deje de compensarte tratando siempre de evitar quedar secuestrado/a por el grupo.
Hola, así es y lo hacemos sin apenas darnos cuenta. De vez en cuando viene muy bien reparar en ello …
Hola, en ese sentido se podría decir que nos relacionamos desde el rol …