Formar parte de un equipo de trabajo guarda muchas semejanzas con un baile de disfraces.
Para empezar, es imprescindible recibir una invitación formal que te dé acceso al mismo, la cual se suele obtener a través de un complicado proceso de selección.
Una vez que se ha conseguido dicha invitación, es importante tomar conciencia de que nuestra asistencia al baile genera una serie de expectativas en el resto de participantes, quienes esperan que acudamos llevando puesto un determinado tipo de disfraz. Algunas opciones pueden ser las siguientes: el traje de novato/a, de experto/a, de motor de cambio, de juez/a, de no generar problemas, de salvador/a, etc. Generalmente existe cierta flexibilidad por parte del grupo a la hora de permitir que elijamos uno u otro, pudiendo admitir por ejemplo que se acuda al baile con el traje de motor de cambio o con el de salvador/a, en definitiva se trata de vestimentas parecidas.
Conviene no acudir a la “fiesta” con un disfraz que no sea del agrado del resto de participantes, pues nos resultará muy complicado relacionarnos con ellos/as y es fácil que nadie nos quiera conceder ningún baile. Incluso pueden sentirlo como una amenaza y defenderse empujándonos con mayor o menor sutileza hacia la puerta de salida. Algo parecido suele suceder si llevamos el mismo disfraz que otro/a invitado/a.
También es cierto que conforme avance el baile nuestro disfraz irá experimentando ciertos cambios: algunos remaches se caerán, incorporaremos nuevos adornos, e incluso nos encontraremos con viejos retales que pertenecieron a otras personas. De este modo cuando la música deje de sonar nuestra indumentaria será distinta a la que llevábamos al inicio.
En definitiva, en el momento en el que formamos parte de un equipo de trabajo (y en general de cualquier grupo de personas), asumimos un rol que de alguna manera nos disfraza. Solemos emplear distintos disfraces en distintos grupos, es decir por ejemplo una persona en el ámbito laboral puede llevar puesto el de un/a colaborador/a muy eficaz, en un grupo de amigos/as el de liderazgo, en la familia el de hermano/a, etc. Y en todos estos casos es importante tener presente que el rol no solo lo definimos nosotros/as (también es importante escuchar cómo lo entienden las personas con las que interactuamos) y que dicho rol irá variando con el tiempo.
Rivendel Grupos y Organizaciones