Desde una perspectiva individual existen una serie de pautas que son muy útiles si se quiere gestionar adecuadamente el tiempo. Me refiero a priorizar en función de lo que es importante (en lugar de lo urgente), evitar procrastinar, reducir al máximo los ladrones de tiempo, etc.
Pero desde un enfoque más grupal, el equipo de trabajo juega también un papel muy importante en este tema.
Hay algunos (los “tragatiempos”) que se caracterizan porque apenas conceden importancia al hecho de pensar (y hablar) sobre cómo se pueden organizar las funciones de cada uno de sus miembros, y aprovechar al máximo su tiempo. Suelen ser equipos a los que les cuesta mucho cambiar y en los que por tanto las cosas se hacen de una determinada manera porque … siempre se han realizado así, sin apenas plantearse ninguna alternativa más eficiente.
Por el contrario, en aquellos equipos en los que se cuida la comunicación (fundamentalmente a través de reuniones efectivas), en los que se escuchan las ideas que pueden aportar todos/as sus integrantes y en los que en general se acepta cualquier planteamiento que pueda resultar útil para la tarea que lleva a cabo, es más “fácil” concretar las funciones que cada uno/a lleva a cabo, evitar duplicidades, establecer mecanismos de colaboración que descarguen de trabajo a algunos/as de sus componentes, etc.
En ese sentido las reuniones, lejos de ser una pérdida de tiempo, si se saben manejar de una forma acertada pueden ser un poderoso aliado a la hora de gestionar adecuadamente el tiempo de un equipo de trabajo. Para ello, resulta clave que quien las ha de dirigir (es decir la persona que ejerce el liderazgo), cuente con una formación que le dote de herramientas para ello.
El rol de liderazgo es, sin lugar a duda, el más complejo de ejercer y por ello en ocasiones la intuición y la experiencia no son suficientes para evitar que el equipo se pueda convertir en un “Tragatiempos”.
Rivendel Grupos y Organizaciones