Cuando pensamos en las personas que forman parte de un equipo de trabajo y los roles que desempeñan en él, tendemos a hacerlo desde un plano técnico. Es decir, ponemos en valor su contribución más “intelectual” olvidando otro tipo de aportaciones de carácter más emocional que también resultan importantes.
Por ejemplo, cuando hablamos de una compañera de trabajo solemos referirnos a ella como la responsable comercial, la administrativa, la técnica de formación, etc. pero su aportación a la tarea encomendada al equipo, va más allá de su mera especialización profesional.
De este modo además de llevar a cabo las funciones por las que se le contrató, puede ser la persona que lleve la voz cantante a la hora de organizar una cena entre compañeros, la que medie en los conflictos que puedan surgir en el grupo, o la que “simplemente” con su sentido del humor genere buen ambiente.
Es verdad que este tipo de contribuciones no figuran en los contratos laborales, pero eso no quita que resulten claves en el funcionamiento de un equipo de trabajo y por tanto en el cumplimiento de la tarea encomendada al mismo.
Quizás en el ámbito del futbol profesional es donde mayor protagonismo y valor se les concede, tanto a la hora de evaluar la incidencia que puede tener en el entramado relacional (y emocional) del grupo un posible fichaje, como también cuando se mantiene en plantilla a un jugador veterano pensando en el plus de motivación, tranquilidad, estabilidad, etc. que aporta al equipo.
Rivendel Grupos y Organizaciones
1 comentario
Las aportaciones que de forma expontanea hace una persona en un equipo de trabajo y que trascienden las funciones y tareas asignadas a su rol profesional, son «extras», regalos relacionales, que solo florecen en entornos de cuidado y respeto entre los miembros del equipo.
Un mal clima laboral, la ambiguedad o el conflicto de roles, un mal liderazgo y la falta de reconocimiento del trabajo realizado, puede llevar a restringir esas aportaciones «extras» y llevar a que los/las integrantes del equipo se limiten a ejecutar estrictamente las tareas del puesto de trabajo, empobreciendo el ambiente.