Andar a dos patas fue un momento estelar de nuestra evolución. Probablemente, este cambio estuvo impulsado por la necesidad de ahorrar energía en los desplazamientos en busca de frutos que se encontraban dispersos. Como efecto colateral, liberamos las manos que, más tarde, se convertirían en nuestra principal herramienta.
En nuestros orígenes, el desplazamiento por la sabana resultaba muy peligroso. Probablemente, desarrollamos nuestra capacidad para formar grupos como una estrategia defensiva. Posteriormente, nuestras habilidades relacionales nos servirían para cazar y obtener las proteínas necesarias para el crecimiento de nuestro cerebro.
Nuestro cerebro y los recursos que nos proporciona nos permitieron establecer relaciones muy complejas. Como consecuencia, aparecieron las sociedades y las sucesivas revoluciones tecnológicas. Como decía François Jacob, premio Nobel de Medicina en 1965, la evolución es ciega. Lo que pueden parecer efectos secundarios de un cambio se convierten en puntos de inflexión en la evolución. Así, el bipedismo, de rebote, liberó las manos y contribuyó a nuestra estructura grupal. Estos cambios facilitaron la aparición de la caza y el desarrollo del cerebro, que a su vez sentaron las bases de la formación de sociedades con tecnologías complejas.
Rivendel Grupos y Organizaciones