Tendemos a confundir oír con escuchar. Lo primero lo hacemos de forma automática, lo segundo requiere más esfuerzo.
Si por ejemplo, una persona nos cuenta algo, oiremos sus palabras pero no necesariamente la escucharemos. De hecho, puede suceder que tras terminar de hablar, nos demos cuenta de que apenas nos hemos enterado de lo que quería decirnos. O incluso si retuvimos en nuestra memoria una parte importante de su mensaje, también puede suceder que se nos haya “quedado fuera” lo más relevante.
Escuchar requiere prestar atención en varias direcciones.
Una de ellas va dirigida hacia la persona. Resulta importante mirarla, que se sienta escuchada (por ejemplo, asintiendo levemente con la cabeza o empleando expresiones como “ajá” o “claro”), que no tenga la sensación de estar siendo juzgada, que no crea que estás distraído/a… Incluso dependiendo del tipo de relación que nos una, puede resultar útil emplear el contacto físico para mostrar una actitud de cercanía y conexión. En definitiva, se trata de dejar claro que me interesa lo que tú estás contándome.
También es importante prestar atención al mensaje. Y aquí conviene distinguir entre el verbal y el no verbal. Con el primero acostumbramos a expresar lo que pensamos y con el segundo lo que sentimos. Una buena escucha requiere no descuidar ninguno de los dos, pues a menudo lo no verbal, siempre más espontaneo y difícil de ocultar, puede contradecir al verbal y ofrecernos por tanto muchas pistas de cómo se siente realmente nuestro/a interlocutor/a.
Y por último también se ha de tener en cuenta el contexto en el que se produce la comunicación. De este modo si por ejemplo nos encontramos en el ascensor camino a nuestro despacho, no es el mejor lugar para comentar algo importante. No cuesta nada decir “lo que me estás contando me parece importante, mejor lo tratamos en cuento lleguemos a la oficina”. No todos los lugares ni todos los canales son válidos para determinados tipos de mensaje, conviene elegir bien el que resulta más adecuado en cada momento.
Escuchar es mucho más complejo que simplemente oír y también más cansado, pero a cambio favorece la comunicación y una red de relaciones saludable.
Rivendel Grupos y Organizaciones